Por Julio Cortázar
Revista Casa de las Américas, n º 67, julio-agosto de 1971, La Habana
Comentario de los chacales (vía México, reproducida con alborozo en Río de Janeiro y Buenos Aires): "El ahora francés Julio Cortázar… etc." De nuevo el patrioterismo de escarapela, cómodo y rendidor, de nuevo la baba de los resentidos, de tantos que se quedan en sus pozos sin hacer nada, sin ser oídos más que en sus casas a la hora del bife; como si en algo dejara yo de ser latinoamericano, como si un cambio a nivel de pasaporte (y ni siquiera lo es, pero no vamos a poner a explicar, al chacal se lo patea y se acabó) mi corazón fuera a cambiar, mi conducta fuera a cambiar, mi camino fuera a cambiar. Demasiado asco para seguir con esto; mi patria es otra cosa, nacionalista infeliz; me sueno los mocos con tu bandera de pacotilla, ahí donde estés. La revolución también es otra cosa; a su término, muy lejos, tal vez infinitamente lejos, hay una magnífica quema de banderas, una fogata de trapos manchados por todas las mentiras y la sangre de la historia de los chacales y los resentidos y los mediocres y los burócratas y los gorilas y los lacayos.
Y así es, compañeros, si me oyen en La Habana, en cualquier parte, hay cosas que no trago, hay cosas que no puedo tragar en una marcha hacia la luz,nadie llega a la luz si saca a relucir los podridos fantasmas del pasado,si los perjuicios, los tabúes del macho y de la hembra siguen en sus maletas, y si un vocabulario de casuistas cuando no de energúmenos arma la burocracia del idioma y los cerebros, condiciona a los pueblos que Marx y que Lenin soñaron libres por dentro y por fuera, en carne y en conciencia y en amor, en alegría y trabajo.
Por eso, compañeros, sé que puedo decirles lo que creo y no creo, lo que acepto y no acepto,
Esta mi policrítica, mi herramienta de luz,
Y en Cuba sé de ese combate contra tanto enemigo, sé de esa isla de hombres enteros que nunca olvidarán la risa y La ternura, que las defenderán enamoradamente,
Que cantan y que beben entre turnos de brega, que hacen Guardia fumando,
Que son los que buscó Martí, lo que firmaron con su sangre tantos muertos
A la hora de caer frente a chacales de dentro y a chacales de fuera.
No seré yo quien proclame al divino botón el coraje de Cuba y Su combate;
Siempre hay alguna hiena maquinada de juez, poeta o crítico, lista a cantar las loas de lo que odia en el fondo de sus tripas, pronta a asfixiar la voz de los que quieren el verdadero diálogo, el contacto por lo alto y por lo bajo: contacto con ese hombre que manda en el peligro porque el pueblo, cuenta con él y sabe que está ahí porque es justo, porque en él se define la razón de la lucha, del duro derrotero,
Porque jugo su vida con Camilo y el Che y tantos que pueblan de huesos y memorias la tierra de la palma;
Y también en contacto Con el otro, el sencillo camarada que necesita la palabra y el rumbo para impulsar mejor la máquina, para cortar mejor la caña.
Nadie espere de mí el elogio fácil, pero hoy es más que nunca tiempo de decisión y de aguas Claras: Diálogo pido, encuentro en las borrascas, policríticas diaria,
No acepto la repetición de humillaciones torpes,
No acepto risas de los fariseos convencidos de que todo anda bien después de cada ejemplo,
No acepto la intimidación ni la vergüenza. Y es por eso que acepto la crítica de veras, la que viene de aquel que aguanta en el timón, de aquellos que pelean por una causa justa, allá o aquí, en lo alto o en lo bajo, y reconozco la torpeza de pretender saberlo todo desde un mero escritorio y busco humildemente la verdad en los hechos de ayer y de mañana, y te busco la cara, Cuba la muy querida, y soy el que fue a ti como se va a beber el agua, con la sed que será racimo o canto.
Revolución hecha de hombres, llena estarás de errores y desvíos, llena estarás de Lágrimas y Ausencias, pero a mí, a los que tantos en horizontes somos pedazos de América Latina,
Tú nos comprenderás al término del día, volveremos a vernos, a estar juntos, carajo,
Contra hienas y cerdos y chacales de cualquier meridiano, contra tibios y flojos y escribas y lacayos
En París, en La Habana o Buenos Aires, contra lo peor que duerme en lo mejor, contra el peligro de quedarse atascado en plena ruta, de no cortar los nudos a machetazo limpio,
Así yo sé que un día volveremos a vernos,
Buenos días, Fidel, buenos días, Haydée, buenos días mi Casa, mi sitio en los amigos y en las calles, mi buchito, mi amor, mi caimancito herido y más vivo que nunca,
Yo soy esta palabra mano a mano como otros son tus ojos o tus músculos,
Todos juntos iremos a la zafra futura, al azúcar de un tiempo sin imperios ni esclavos.
Hablémonos, eso es de hombres: al comienzo fue el diálogo. Déjame defenderte
cuando asome el chacal de turno, déjame estar ahí. Y si no lo quieres, oye, compadre, olvida tanta crisis barata. Empecemos de nuevo, di lo tuyo, aquí estoy, aquí te espero; toma, fuma conmigo, largo es el día, el humo ahuyenta los mosquitos.
Sabes, nunca estuve tan cerca como ahora, de lejos, contra viento y marea. El día nace.
Julio Cortázar
Revista Casa de las Américas, n º 67, julio-agosto de 1971, La Habana
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